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Capitalismo de plataformas: ¿fase superior del imperialismo?
Capitalismo de plataformas: ¿fase superior del imperialismo?
Capitalismo de plataformas: ¿fase superior del imperialismo?
En la era de la economía digital los negocios dependen cada vez más de internet, los datos y las tecnologías de información.
En su libro Capitalismo de plataformas (2016), Nick Srnicek sostiene que tras una prolongada caída de la rentabilidad manufacturera, el capitalismo se volcó hacia los datos como un modo de mantener la vitalidad del sistema y el crecimiento económico. Según él “tomar a las tecnologías como inauguradoras de un nuevo régimen de acumulación o como continuadoras de regímenes anteriores marca la diferencia. Esto tiene consecuencias en la posibilidad de una crisis y en decidir de dónde podría emerger dicha crisis; y tiene consecuencias en nuestro modo de prever el futuro probable del trabajo bajo el capitalismo” (Srnicek 2019: 14).
Mientras algunos optaron por una descripción de nuestro sistema económico actual en términos de historización epistémica como “cambio de paradigma” o “cuarta revolución industrial”, otros han hablado de “capitalismo cognitivo” en relación a la teoría marxista del general intellect en que el conocimiento y la cooperación colectiva operan como la principal fuente de valor. En este sentido, podemos indagar sobre la importancia de los datos y el impacto de las plataformas en la configuración neoliberal actual.
El capitalismo avanzado de nuestra época se centra en la extracción y uso de un tipo peculiar de materia prima: los datos. Según Srnicek, ellos “educan y dan ventaja competitiva a los algoritmos; habilitan la coordinación y la deslocalización de los trabajadores; permiten la optimización y flexibilidad de los procesos productivos; hacen posible la transformación de productos de bajo margen en servicios de alto margen; y el análisis de datos es en sí mismo un generador de datos, es un círculo virtuoso” (Srnicek 2019: 44). A través de ellos operan las plataformas: estas son estructuras digitales que permiten la interacción de personas físicas y jurídicas, actualmente tienen posiciones monopólicas y controlan las posibilidades de interacción entre sus usuarios.
Srnicek describe distintos tipos de plataformas: las publicitarias (como Google o Facebook) que extraen información de usuarios, las analizan y luego venden un espacio para publicidad personalizado; industriales que producen hardware y software para hacer funcionar la internet; de la nube que siendo dueña de este hardware y software posibilita el almacenamiento de los datos mediante su uso; de productos (como Spotify o Netflix) que generan ganancias por el uso de servicios por suscripciones; o austeras (como Uber o Airbnb) que maximizan ganancias al menor costo.
Al operar mediante datos personales podemos hacernos algunos interrogantes éticos: ¿está bien que se utilicen los datos personales sin el consentimiento de las personas? ¿Está bien que se fuerce a las personas a consentir con el uso de sus datos personales, en caso de que lo hagan, para poder utilizar servicios socialmente obligatorios como el correo electrónico? También podemos preguntarnos estas cuestiones éticas en relación al campo político, jurídico, laboral y económico: ¿Debería la política intervenir en la apropiación y uso de estos datos? ¿Es legal el atropellamiento de todo tipo de derecho de habeas data por parte de estas plataformas? Si los usuarios de las redes generan valor para las plataformas, ¿no deberían retribuir una compensación económica a cambio? ¿El tráfico de datos es trabajo no pago?
Cuando Lenin escribió El imperialismo fase superior del capitalismo (1917) comprendió que las multinacionales se estaban volviendo el fundamento de la vida económica. Su aparición modificó las reglas del juego de tal modo que ya no bastaba hablar de cambios cuantitativos sino cualitativos, el capitalismo ya no volvería a ser el mismo: el auge del capital financiero transnacional, con su naturaleza especulativa, su posición monopólica de mercado y su capacidad de desterritorialización, fue la marca del imperialismo. También Carl Schmitt en El concepto de lo político (1927) pudo ver el ocaso de la política estatal por la aparición del capital internacional.
Siguiendo el modo de historizar y ejercer una crítica a la economía política, así como la aparición de las multinacionales marcó el inicio del imperialismo como etapa superior del capitalismo por su naturaleza monopólica y desterritorializada, el mainstream de la economía digital en posiciones aún más monopólicas y completamente desterritorializadas marcaría el inicio de un capitalismo de plataformas como etapa superior del imperialismo. Es una idea osada, pero su reflexión podría llevarnos a otra concepción del problema.
Contra los pronósticos más optimistas, la pandemia mostró que la humanidad en general y el capitalismo en particular siempre pueden sorprender para peor: los ricos se volvieron más ricos y los pobres más pobres. Para sorpresa de nadie, los privilegiados en la división de la torta fueron Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Elon Musk, Bill Gates y Larry Page, entre otros. Los ganadores de hoy son los dueños de este nuevo modelo neoliberal hegemónico que se impuso gracias y a pesar de nuestro uso de la red.