Estrés, depresión, felicidad y entusiasmo

Percibir la integración social

Sos un orangután, o un homínido hace cientos de miles de años. 

En tu comunidad, los miembros de mayor reputación tienen prioridad para elegir comida y mejor protección de los depredadores. 

Conseguir comida facilita criar hijos. A la larga, deseás las cualidades que facilitan criar hijos, tanto en vos como en una pareja.

Los demás también desean parejas reputables, por lo que además de ayudarte a conseguir comida, protegerte y criar hijos, la reputación te ayuda a conseguir pareja.

En algún momento de tu larga historia, la evolución observó que comer es importante, y entonces decidió que el hambre te duela y que comer te cause placer. 

Para los simios como nosotros, la reputación es importantísima. Nos duele no tenerla y obtenerla nos causa placer. La evolución afinó nuestros cerebros para percibirla.

Hay cuatro emociones con las que percibimos la integración social: la felicidad, el estrés, el entusiasmo y la depresión. Hoy vamos a contar de qué se tratan, para analizarlas por separado durante los próximos días en mayor profundidad.

Percibir la integración social

La felicidad y la depresión perciben nuestro lugar en la comunidad. La felicidad percibe que estamos bien insertos y es placentera, mientras la depresión es dolorosa percibe que estamos en un lugar periférico o bajo en la jerarquía.

El estrés y el entusiasmo perciben nuestra dirección de movimiento. El entusiasmo percibe que estamos ganando centralidad y es placentero, y el estrés percibe que estamos perdiendo centralidad y es doloroso.

Las emociones que perciben nuestro lugar son emociones en reposo, mientras que las que perciben nuestro movimiento son excitadas y agudas. La felicidad es tranquila y apacible, y la depresión es terrible pero mansa. En cambio, el estrés y el entusiasmo son intensos y fogosos, aceleran el pulso, cancelan el sueño y el apetito y nos piden movernos. 

Las jerarquías sociales tienen momentos de estabilidad y de inestabilidad. Cuando evolucionamos nuestras emociones, las jerarquías casi siempre eran estables. 

Cuando una jerarquía es estable, cambiarla requiere demasiada energía y es muy difícil moverse del lugar que te tocó. Entonces son cruciales las ventanas de volatilidad. En los momentos críticos, hay que dejar todo por subir y evitar bajar, porque será muy difícil movernos del lugar que nos toque después de que la ventana se cierre de nuevo. Si conquistamos centralidad cuando la ventana se abrió, podremos cosecharla fácilmente y con poco esfuerzo cuando se cierre, mientras que si quedamos abajo y la ventana se cierra después será muy difícil salir.

Durante los momentos de estabilidad nos quedamos tranquilos porque no hay mucho que hacer más que sufrir o disfrutar nuestro lugar, pero en la inestabilidad la evolución nos pide dejar todo. En el estrés y el entusiasmo, el sistema simpático se activa con toda potencia y nos otorga una energía extraordinaria, a costa de no digerir la comida y dormir mal. El estrés prolongado trae úlceras estomacales y problemas cardíacos.

Evolucionamos nuestras emociones para manejarnos exitosamente en comunidades pequeñas de hace miles de años. Cuando nuestras comunidades cambiaron, las emociones dejaron de funcionar bien. Hoy hay epidemias de ansiedad y depresión. Cuando buscamos la felicidad, siempre parece faltar algo. Vivimos el trabajo con estrés. La perspectiva de la red permite comprender estos problemas y más.

La mayoría de estos problemas se deben a dos distorsiones. Cuando analicemos las emociones por separado, veremos la relación entre las distorsiones y los grandes problemas emocionales de la actualidad.

La primera distorsión es que nuestra sociedad es mucho más grande que las comunidades en las que evolucionamos. Sin embargo, sólo podemos prestar atención a un grupo reducido de personas al mismo tiempo. Percibimos comunidades de aproximadamente 200 personas, el número de Dunbar.

Esto quiere decir que tenemos una especie de “niebla” que nos impide ver a toda la sociedad. Entonces, el grupo de gente que veamos afectará a cómo nos sentimos. 

La niebla de Dunbar

Si sólo vemos a personas que están arriba nuestro nos deprimiremos más, porque sentiremos que estamos más abajo. Eso es lo que nos pasa cuando las redes sociales nos muestran a los más ricos, lindos y famosos. 

En cambio, si vivimos en un barrio obrero en los años 50, seremos más felices que muchos oficinistas. Aunque el oficinista esté arriba nuestro en la jerarquía económica, es el último orejón del tarro de su comunidad visible. En nuestro barrio hay más paridad. En relación al barrio, estaremos mejor posicionados que el oficinista en relación a su empresa. 

Una estadística relacionada es que los pobres son más infelices en los países y regiones de mayor desigualdad, y menos infelices en zonas de menor desigualdad.

La segunda distorsión es que las jerarquías humanas son las más pronunciadas de todo el reino animal.

Cuando las comunidades son horizontales, todos pueden ser felices. Esto suele suceder en comunidades pequeñas, como los sanghas budistas o la aldea de Heidi en los Alpes. En comunidades grandes y de jerarquías pronunciadas la felicidad es difícil porque mucha gente queda abajo.

El tamaño de las jerarquías económicas depende de la tecnología disponible. Cuanto mejores son nuestras comunicaciones y capacidad de dividir tareas, las jerarquías pueden integrar exitosamente cada vez más personas y volverse más grandes y pronunciadas.

Cuando la tecnología mejora, las jerarquías pueden crecer. Para que un líder consiga más seguidores, otra jerarquía tiene que perderlos. Llamamos disputa de redes a la competencia entre líderes por seguidores.

El desarrollo tecnológico lleva a la disputa de redes

La disputa de redes rompió la estabilidad de las jerarquías. Aunque las jerarquías siguen siendo internamente estables, el desarrollo tecnológico lleva a que muchas jerarquías sean subsumidas por otras, rompiendo la estabilidad del sistema como todo.

Imaginemos dos empresas que compiten por una cuota de mercado. Aunque las empresas tengan un organigrama muy estable, cada empresa pierde poder cuando la otra gana poder. Dentro de las empresas, las jerarquías son tan estables como lo eran cuando evolucionamos el estrés. Sin embargo, son inestables entre las dos empresas. Los empleados de las empresas viven estresados porque siempre pueden perder su cuota de mercado. El estrés, “diseñado” para ser excepcional, tiene efectos muy dañinos cuando se vuelve la norma.

En los próximos días, vamos a analizar la felicidad, la depresión, el entusiasmo y el estrés desde la perspectiva de la red. La interacción entre nuestras emociones y el tejido social distorsionado explica muchos males del presente. Entender cómo funcionamos permite diseñar estrategias que, a diferencia de muchas propuestas hasta ahora, probablemente funcionen.

¡Hola!

Soy Juan, autor de la nota que acabás de leer. Si te interesa la propuesta, probablemente le interese a algún amigo o amiga tuyos. Sólo con recomendar esta newsletter me ayudás un montón.

En los artículos posteriores vamos a ver evidencia, pormenores e implicancias de las afirmaciones expuestas en esta nota, pero después de muchas idas y vueltas de escritura me pareció mejor empezar con un pantallazo general.

Estamos siguiendo el enfoque expuesto en la nota sobre cómo entender las emociones.

Varios estuvieron preguntando por el curso de filosofía. Estamos puliendo los últimos detalles, va a estar buenísimo, y probablemente esta semana te mandemos los detalles.

Hoy voy a estar marchando en defensa de la educación pública. Te envío esta nota un rato antes de salir, espero que te encuentre bien. Si me cruzás en la marcha, charlemos de filosofía!

Un abrazo grande y muchas gracias,

Juan