Heráclito y la red

Heráclito era networkista

Me entusiasma pensar que Heráclito es el Demócrito del networkismo. 

Demócrito fue un filósofo griego que habló de “átomos” hace 2500 años. Llegó a la idea de que había partículas indivisibles mediante razonamientos abstractos, y las llamó “sinpartes” en griego antiguo (átomos por a = sin, tomo = división o parte). 

Mucho tiempo después, los científicos se toparon con una idea similar. Cuando adquirió rigor científico, la teoría atómica dio a la humanidad un poder inimaginable. Revolucionó la física, la química y la biología, y permitió construir diamantes artificiales, drogas psicodélicas, bombas atómicas y reactores que creaban energía a partir de la materia. Quiero creer que Heráclito será igualmente reivindicado.

La teoría que previó Heráclito hace dos milenios y medio es lo que llamo “networkismo”, todavía en ciernes. Digo esto porque Heráclito fue el primer filósofo en intuir que la naturaleza sigue patrones estables y sencillos pese a su aparente complejidad, sostenidos por mecanismos de alineación. Además, criticó la sobrestimación del pensamiento racional y la erudición, favoreciendo a la intuición y la formación generalista para comprender los patrones de la red. Por último, propuso apoyar la política y la organización social en las leyes subyacentes y poderosas que la regían, para garantizar que todo funcionara del mejor modo posible. 

En la actualidad, nos topamos con las mismas conclusiones desde un lenguaje nuevo. Él se refirió a los patrones invariantes de la naturaleza como “Lógos”, nosotros los llamamos “red” o “redes vivas”1 . Esperemos que Heráclito tenga la suerte de Demócrito, porque la traducción científica de sus conclusiones revolucionaría la psicología, la economía y el pensamiento político, y en lugar de construir bombas atómicas permitiría construir comunidades justas, sustentables y felices.

Para empezar, salvemos a Heráclito de su mala fama. Hay una frase, atribuida a él, que afirma que un hombre no se baña dos veces en el mismo río, porque de un momento a otro ya no son el mismo pie ni el mismo río. Esa idea en realidad es de Crátilo, un movilista extremo que negaba cualquier estabilidad en el cambio. 

Heráclito dijo algo que suena parecido pero significa lo opuesto: “Para los que entran en los mismos ríos, aguas fluyen otras y otras”. Aunque el agua sea distinta, el río sigue siendo el mismo. A pesar del caos aparente, hay estabilidad para quien la sepa ver. Además del río, Heráclito usó la metáfora del fuego, aclarando que, pese a su aparente cambio constante, “se enciende según medidas y se apaga según medidas”. Esa estabilidad en el cambio es la ley subyacente, el patrón general, la “matrix” oculta que regula el comportamiento de las cosas.

Para Heráclito, “absurdo debería parecer” negar el orden subyacente, porque no tendría sentido que “como una barredura de cosas esparcidas al azar fuera el bellísimo cosmos”. En otras palabras, la estabilidad y el orden del mundo serían imposibles si todo fuera absolutamente caótico. Yo suelo usar un argumento similar cuando alguien sospecha de que leyes sencillas subyazcan a la organización social: simplemente señalo que existen internet, ciudades o redes de ferrocarriles, y que si no existiera algún patrón regulatorio sencillo y oculto, preservar organizaciones tan complejas sería imposible.

Los patrones de los que habló Heráclito están vivos, no quietos. Son estructuras estables en el cambio, que requieren el cambio para seguir existiendo. Él usó la metáfora del ciceón2 , un brebaje de centeno que “también se descompone si no se le agita”, es decir, que necesita del movimiento para preservarse. Hoy decimos que la estabilidad de las redes vivas requiere homeostasis, cambios que garantizan la estabilidad (por ejemplo, metabolizar alimentos para producir calor, o transpirar para enfriarse, a fin de garantizar una temperatura estable).

Además de observar que hay patrones homeostáticos que subyacen al cambio, Heráclito vio la importancia de los mecanismos de alineación3 para implementar y preservar esos invariantes homeostáticamente. Dijo, por ejemplo, que el sol “no traspasará sus medidas” porque de otro modo “las erinias, ayudantes de Dike, sabrán encontrarlo”. Dike es la diosa griega de la justicia, y las erinias son personificaciones de la venganza. En la misma línea, afirmó que “todo animal es llevado a pastar mediante latigazos”. Eligió metáforas de penalizaciones para explicar por qué las cosas siguen patrones homeostáticamente.

Tan importantes consideró a estas señales que llegó a afirmar que “el conflicto es común, la justicia es lucha, y todo sucede por lucha y necesidad”, pero siempre aclarando que “de los discordantes se forma la más bella armonía” y que la tensión permite que suene la cuerda de la lira o que funcione un arco. Es decir, los mecanismos de alineación son prerrequisitos para preservar la armonía. Ese era el logos, patrón subyacente y homeostático, sostenido por mecanismos de alineación, centro de la filosofía heraclítica.

Aunque todo esto le parecía obvio, notó que “siempre se muestran los hombres incapaces de comprenderlo”. Es notable que algunos desafíos epistemológicos para encontrar el patrón común se replican todavía hoy, aunque los desarrollos científicos actuales permiten entender mejor el patrón común de la red humana.

Por un lado, Heráclito observó que centrarse demasiado en el discurso es contraproducente para comprender los patrones estables de la red. De hecho, llegó a afirmar que las artes de los discursos eran “trampas”, y observó que los patrones ocultos de tensión y alineación eran mejor percibidos por la intuición: “si todas las cosas se convirtieran en humo, las narices sabrían distinguirlas”. 

Hoy sabemos que las personas somos más intuitivas que racionales, y que la intuición procesa información de la red humana y a través de la red humana. Sin embargo, no solemos tener esto en cuenta, precisamente porque la inatención es el punto ciego de la razón. Sobrestimar la razón es creernos independientes del funcionamiento de la red, pensarnos individuos aislados. Heráclito decía que “aún siendo el logos general a todos, los más viven como si tuvieran una inteligencia propia particular”.

Hemos hablado en otras ocasiones de la paradoja de la atención. Prestamos atención a lo infrecuente y tendemos a ignorar lo que siempre está, y esto tiende a ocultar las leyes que regulan la acción social al pensamiento discursivo. Para el pensamiento atento, racional y discursivo, las leyes que rigen la red son estables e invisibles. Heráclito decía que “la armonía oculta es superior a la manifiesta”, y observaba que a mucha gente “el logos con el que sobre todo tienen relación continuamente, de este se separan, y las cosas con las que tropiezan a diario, éstas les parecen extrañas”.

Es por todos estos motivos que Heráclito escribía en forma metafórica y opaca, porque la sabiduría se revelaba a la intuición mediante indicios: “El Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, sólo da signos”. Para él, la sabiduría era “una sola cosa: [...] conocer la razón por la cual todas las cosas son gobernadas por medio de todas”, es decir, conocer el lógos o patrón oculto de la red. 

Ver los patrones ocultos por la paradoja de la atención es difícil, pero Heráclito propuso cómo hacerlo. La primera es dar un salto de fe, confiar en que ese patrón existe (evidencia de lo cual es la armonía del cosmos que mencionamos más arriba, que sin un patrón de orden subyacente no existiría). Decía que “si uno no espera lo inesperado nunca lo encontrará, pues es imposible de encontrar e impenetrable”. Buscar el patrón invariante es la mitad del camino para verlo. En segundo lugar, como ya lo hemos mencionado, propuso fortalecer la intuición y estar abiertos a los signos que pudieran revelar el patrón oculto. En tercer lugar, afirmó que “la mucha erudición no enseña a tener inteligencia”, y que “conviene que tengan conocimiento de muchísimas cosas los hombres amantes de la sabiduría”. Especializarse demasiado oculta los patrones transversales a la red humana, que sólo puede verse al construir el rompecabezas entre observaciones de diversas disciplinas, lo cual suele requerir una formación general.

Las conclusiones de Heráclito no eran meramente abstracciones sino que tenían implicancias políticas. Propuso que “ser sabio es la virtud máxima, y sabiduría es decir la verdad y obrar de acuerdo con la naturaleza escuchándola”, es decir apoyar la praxis en el funcionamiento de la red, porque “conviene seguir lo que es general a todos” (que, como lo mencionamos antes, lo general a todos es el Lógos). 

La idea de que la “armonía oculta es superior que la manifiesta”, además de ser una observación epistemológica, tiene sentido ético. Recordemos que las erinias sólo penalizan al sol cuando este incumple las reglas. Volviendo a la metáfora de la homeostasis, un cuerpo sólo transpira cuando su temperatura se aleja del equilibrio. Lo mismo sucede con la red humana, en que las penalizaciones y premios (las fuerzas homeostáticas de la red), sólo son perceptibles cuando el sistema se aleja de su equilibrio, mientras que los sistemas más estables se preservan mediante mecanismos mucho más sutiles.

En tercer lugar, Heráclito observó que al ver la ley subyacente, algunas cosas que a simple vista parecían malas podían ser buenas y viceversa. En realidad, la distinción entre lo bueno y lo malo tiene que ver con nuestro lugar en la red, y la red es amoral (al menos en nuestros términos). Él decía que “para el Dios todas las cosas son bellas y buenas y justas; los hombres, en cambio, consideran unas injustas y otras justas”. Entonces, “el camino hacia arriba [y] hacia abajo [es] uno sólo y el mismo”. A las personas, las penalizaciones y la tensión para alinear incentivos pueden parecernos malas, pero cumplen un rol en la red. Buscar ser más productivos o conectarnos más puede parecernos bueno, pero puede dañar la red. Esto no debería implicar soltar nuestras ideas de qué es bueno y qué es malo, pero sí debería implicar basar nuestra praxis en la red para fortalecerla y evitar tiros por la culata.

En la actualidad, algunas intuiciones de Heráclito cobraron rigor científico, especialmente gracias a que la computación permitió comprender sistemas complejos, antes inabarcables para la razón. Con la llegada de la computación, muchos sistemas que antes sólo eran intuibles pasaron a ser modelables, entre ellos el Logos heraclíteo. Estamos comenzando a comprender el patrón subyacente a la red humana, que rige y regula nuestra vida en comunidad y que se sostiene mediante mecanismos de alineación. 

Así como el atomismo científico nos dio mayor capacidad de transformar la naturaleza, el heracliteismo científico nos dará mayor capacidad de transformar la sociedad.

Hola! 

Soy Juan, escribí la nota de arriba. Tenía pensado escribirla en un formato más largo y detallado, pero como nunca llegaba a hacerlo decidí simplemente hacer un punteo de ideas.

Si te interesa profundizar en cómo funciona el patrón oculto de la red humana desde un heraclitismo actualizado, te recomiendo revisar el material que estamos subiendo en https://txt.networkismo.com. También tenemos un grupo de discusión y trabajo al respecto si querés ponerte en contacto.

Si el proyecto te parece divertido, contale a tus amigos! Cuesta poco, quedás bien y fortalecés un enfoque distinto, algo que hoy hace tanta falta.

Te mando un abrazo y gracias por leer,
Juan

1  Heráclito usó el término “Logos”, pero también eligió usar el nombre de Zeus o Dios para referirse a lo mismo. El término Lógos era polisémico. Aunque podía significar “discurso” o “razón”, también significaba “orden”. Heráclito ponderaba el conocimiento intuitivo por sobre el discursivo, por lo que podemos pensar al Lógos como el orden subyacente al cosmos. Usó el término Zeus pero aclarando que “uno, lo único sabio, no quiere y [sin embargo] quiere ser llamado con el nombre de Zeus”. Parece que no encontraba un término exacto, pero que algunas intuiciones asociadas a la divinidad debían remitirse, en realidad, al patrón subyacente a la naturaleza.

2   El ciceón era un brebaje compuesto de centeno que solía consumirse en festividades. Hay un hongo que crece en el centeno, el ergot, que puede contener ácido lisérgico (Hoffman descubrió el LSD estudiando el ergot). Por este motivo, hay quienes asumen que el ciceón tenía propiedades alucinógenas.

3   Es decir, mecanismos de promoción y disuasión de actividades (penalizaciones y premios).