La conquista del espacio

La conquista del espacio

La conquista del espacio

Los rusos eran los verdaderos ganadores del espacio

Pero a pesar de los intentos

no habían llegado a la Luna

Para equilibrar la apuesta

el sueño americano decía/colonizar la Luna

Ese gigantesco salto/parecía solo reservado a los dioses1

La semana pasada, por motivo de nuestro asombro ante las fotos del Webb, te contamos la historia de algunos telescopios emblemáticos. Entre ellos, hablamos del Orbiting Astronomical Observatory (OAO), una serie de cuatro observatorios que se constituyeron como antecedente de los potentes telescopios actuales, y que fueron lanzados por la NASA entre 1966 y 1972. Sin embargo,  los OAO no fueron ni los primeros ni los únicos artefactos diseñados para investigar y conquistar el espacio exterior. Ya hacia fines de la década del ‘50 se habían desarrollado los primeros satélites. En 1957 se lanzó el Sputnik 1, diseñado por la URSS; unos meses después le siguió el norteamericano, llamado Explorer 1. Los rusos también ganaron con los telescopios. El OAO-1, el primero de la serie del Orbiting Astronomical Observatory, fracasó a sólo tres días de su lanzamiento, mientras que el satélite ruso Cosmos 215, puesto en órbita en 1968, se llevó la medalla al primer observatorio espacial, seis meses antes del debut del OAO-2. En paralelo, se desarrolló la tecnología espacial con fines militares, con el lanzamiento de satélites de observación terrestre, que permitían espiar al enemigo y además estaban equipados con misiles. Estos hechos, sintetizados en la figura de la “carrera espacial” fueron parte de la Guerra Fría, una contienda científico-tecnológica y militar que tenía como trasfondo la disputa entre dos modelos de organización económica y social: el capitalismo de occidente, liderado por Estados Unidos, y el comunismo soviético, encabezado por la URSS. En este contexto, cada avance científico y tecnológico era visto como una conquista de uno u otro modelo. 

El siguiente desafío en la carrera espacial, una vez lanzados los primeros satélites, era enviar seres vivos al espacio. Una vez más, los rusos ganaron la contienda. Luego de haber experimentado con perros y monos (la perra Laika fue lanzada por los rusos en 1957, y el chimpancé Ham, por los norteamericanos en 1961), Yuri Gagarin fue el primer hombre en orbitar el espacio, a bordo del Vostok 1, el 12 abril de 1961. El estadounidense Alan Shepard lo hizo 23 días después. La primera mujer en el espacio también fue rusa. Valentina Tereshkova completó 48 órbitas alrededor de la Tierra en 1963. Así, los rusos seguían sumando puntos en la carrera tecnológica. 

Ni todo el peso de Laika

Ni todo el peso de Gagarin o Tereshkova/valen/

lo que el peso/la densidad/de nuestro astronauta en la Luna

¡Quiero la Luna!

¡Tráiganme la Luna!

& Todos los impuestos fueron a parar

a las arcas de la NASA

La carrera espacial tenía todavía un hito más por conquistar. La caminata lunar era el verdadero “premio gordo”, el famoso “el ganador se lleva todo”. Así, en 1961, en un discurso ante el Congreso, John F. Kennedy anunciaba la misión: “creo que esta nación debe comprometerse a lograr la meta, antes de que termine esta década, de llevar a un hombre a la luna y devolverlo sano y salvo a la tierra”. Este discurso marcaba, además, dos aspectos centrales para entender el carácter social, económico y político de la investigación científica espacial en el contexto de la Guerra Fría. En primer lugar, las palabras de Kennedy tenían por objetivo obtener el compromiso y el financiamiento para el desarrollo de proyectos espaciales: “531 millones de dólares en el año fiscal '62, un estimado de siete a nueve mil millones de dólares adicionales durante los próximos cinco años. Si vamos a ir sólo a la mitad del camino, o reducir la vista ante la dificultad, a mi juicio, sería mejor no ir en absoluto”. En segundo lugar, con la imagen del alunizaje, Keneddy no sólo definió los objetivos de una política científica y tecnológica, sino que construyó el símbolo del triunfo del capitalismo occidental: “Ahora es el momento de dar pasos más largos, el momento de una nueva gran empresa estadounidense, el momento de que esta nación asuma un papel claramente líder en el logro espacial, que en muchos sentidos puede ser la clave de nuestro futuro en la tierra”. A partir de este discurso, todos los ojos estarían puestos en la nueva meta. La llegada a la Luna no era sólo un desafío con fines científicos sino una causa nacional, la arena espacial donde se definiría el triunfo de la american way of life o del comunismo soviético. 

Es una imagen repetida hasta el cansancio

Vale más que cualquier palabra

La acción de clavar la bandera de barras y estrellas 

Las distintas pruebas se llevaron adelante en el marco del Programa Apolo, de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (más conocida como NASA). Así, el 20 de julio de 1969, en su quinta misión tripulada, el Apolo 11 logró el alunizaje. Sin embargo, la misión sólo sería completada una vez que se mostrara al mundo entero que Estados Unidos había conquistado el espacio. La carrera espacial era también una carrera propagandística y mediática, los trabajos en los laboratorios y hangares de la NASA se combinaban con el desarrollo de la tecnología necesaria para garantizar la transmisión. Se estima que alrededor de 600 millones de personas vieron por tv cómo los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin colocaban la bandera estadounidense en el suelo lunar. Estados Unidos ganaba, con una transmisión, el premio mayor. 

& Ya no habría vuelta atrás

Porque la guerra por el espacio

se había ganado