Los sistemas económicos

Qué son la democracia y el socialismo

Los sistemas de organización social

Pasa seguido, en conversaciones sobre economía o política, que te encontrás hablando con alguien y hay desacuerdos sobre si un determinado país está en dictadura o, por el contrario, es una democracia, o si sigue un sistema capitalista o socialista. Uno diría: “Bueno, es lógico. No todos tenemos la misma forma de pensar, ni compartimos las mismas ideas, ¿Por qué habríamos de estar siempre de acuerdo?”, y tendría razón. Sin embargo, hay algunas cuestiones fundamentales en este tipo de discusiones… vamos por partes.

Cuando en el lenguaje cotidiano nos referimos a la idea de “democracia”, generalmente a lo que nos estamos queriendo referir es a una república representativa constitucional, un sistema de gobierno en el que se delega el poder a un grupo de representantes, generalmente a través del voto. Hay infinitas formas de organizar un sistema así: la elección de representantes no funciona de la misma manera en Argentina que en Estados Unidos, por ejemplo. En resumidas cuentas, la república representativa constitucional es un sistema de toma de decisiones políticas en sociedad, a través de representantes.

¿Dónde entra la democracia? Bueno, este concepto no describe exactamente un modo de organizar la distribución del poder político, sino al hecho de que esa distribución de poder efectivamente exista (o no). ¿Tenemos distribución del poder? Excelente, estamos en un sistema democrático. Dicho sistema puede funcionar como una república representativa, o no. Por ejemplo, un sistema en el que los ciudadanos voten directamente las leyes en encuestas sería democrático, pero no una democracia representativa. 

La forma en que se organiza, ordena y funciona la distribución del poder político es lo que conocemos como sistemas de gobierno: la república representativa es uno de ellos, pero también existen otros. Por ejemplo, en el sistema soviético, las personas se juntarían en asambleas a expresar lo que desean y un delegado comunicaría lo discutido a una asamblea de mayor nivel, hasta llegar a una asamblea central. Otro ejemplo es el sistema ateniense, en el que los magisterios se sortean entre los ciudadanos. En este último sistema, el poder estaría distribuido entre los ciudadanos libres porque todos ellos tendrían las mismas probabilidades de acceder a posiciones de gobierno. 

La democracia no es en sí un sistema de gobierno, sino una propiedad de los sistemas de gobierno. Podemos decir que la república representativa, el sistema soviético o el sistema ateniense son más democráticos o no según qué tanto creamos que distribuyen el poder político, pero la democracia en sí no describe explícitamente un método o sistema para tomar las decisiones en sociedad.

Un sistema puede pensarse como una forma general en que algo funciona 1 . Por ejemplo, puede pensarse a una planta como un sistema que tiene una manera específica de nacer, crecer y reproducirse. 

Cuando empezamos a describir características de la planta, estamos hablando de las propiedades del sistema, que pueden tener diversos valores. Podemos pensar, por ejemplo, en el color de la planta o cuál es su olor, como propiedades de la misma.

Los sistemas tienen propiedades

Podemos aplicar esta misma idea a los sistemas políticos. Tenemos una forma de organizar la distribución del poder político y la toma de decisiones (sistema) y ciertas características que adquiere esa forma de organizarnos (propiedades). En el primer concepto, entra la república representativa, en el segundo, la democracia. Es decir, un sistema puede ser más o menos democrático (valor que adquiere la propiedad “democracia”).

Qué es el socialismo

Si seguimos con la misma línea y distinguimos “sistema” de “propiedades”, podemos decir que el socialismo no es un sistema económico, sino una propiedad de los sistemas económicos. Cuando hablamos de un sistema económico, nos estamos refiriendo principalmente a una forma de organizar la producción, la distribución y el consumo de bienes y servicios en una sociedad. El mercado puede pensarse como un sistema económico, en el que las distintas partes se organizan para producir e intercambiar bienes y servicios a través de un sistema de compra-venta, una moneda y un sistema de precios2

En los sistemas económicos, como en cualquier otro sistema, encontramos propiedades. De forma análoga a la democracia, el socialismo o el capitalismo pueden pensarse como propiedades de un sistema económico que describen qué tanto, y hacía qué sectores de la población, se distribuye o concentra la riqueza. 

Así como sucedía con los sistemas políticos, hay muchas propiedades que caracterizan a los sistemas económicos, además del socialismo y el capitalismo. Por ejemplo, la libertad individual (propiedad que indica el grado de posibilidad de decidir de manera autónoma sobre la economía y finanzas personales, y actuar en consecuencia) o la sostenibilidad ambiental (propiedad que indica cuánta alteración a las relaciones tróficas de un ambiente genera un sistema económico dado).

Como un sistema es una entidad dinámica y compleja, y sus partes son interdependientes, podría darse que no sea posible que dos propiedades adquieran valores determinados. Por ejemplo, alguien podría pensar que un sistema con un alto grado de justicia y equidad (altamente socialista), difícilmente tenga un alto grado de libertades individuales. Esto podría generar un dilema en caso de que ambas propiedades sean deseables para las personas que conforman el sistema. 

Las personas pueden valorar de distintas maneras a los sistemas económicos (y en base a ello, optar por uno u otro) según cómo valoren cada una de las propiedades posibles. Si una persona valora más la libertad individual que la igualdad en términos económicos, muy probablemente prefiera vivir en una economía de mercado que en un sistema como el soviético. Acá se nos presenta un problema de diseño bastante grande, pero no por eso irresoluble. 

Imaginá que vivimos en un mundo gris. Imaginá que es así desde que existimos como especie. En esta historia imaginada, tampoco existen flores ni árboles, porque ¿en qué mundo gris, triste y aburrido existiría algo tan lindo como una flor o un árbol? Sin embargo, un día y de repente, alguien encuentra un conjunto de flores rojas y otro conjunto de árboles de hojas amarillas. Todavía no se definió qué es el rojo, ni qué es el amarillo. Tampoco qué es una flor o un árbol.

Entonces, como es de esperar, las personas creen que toda flor, necesariamente, es roja, y que todo árbol, necesariamente, tiene hojas amarillas. Peor aún, el árbol con hojas amarillas es lo único en este mundo que tiene olor cítrico, y las flores rojas lo único con olor dulce. ¿Quién podría imaginar la absurda idea de que algo rojo tenga olor cítrico? Nadie. Sin embargo, nosotros sabemos que los olores y los colores no son propiedades que dependen necesariamente una de otra. Es decir, que algo sea amarillo, no excluye la posibilidad de que tenga olor dulce. Bendito seas, dulce de batata.

Uno puede reírse de lo absurdo que suena discutir sobre la imposibilidad de algo de color amarillo y olor dulce, o algo de color rojo y olor cítrico. Sin embargo, es exactamente lo que pasa cuando discutimos entre socialismo y libertades individuales. Hoy, discutir entre ambas propiedades es encontrarse en el mundo gris, con el manual de bioingeniería bajo el brazo, debatiendo entre olores y colores que parecen incompatibles, pero no lo son. Incluso si en un momento dado hay colores y olores que nunca aparecen juntos, la bioingeniería abre un abanico de nuevos árboles y flores que se pueden crear, disolviendo incompatibilidades y debates inconducentes.

Los sistemas económicos son los procedimientos que responden al problema económico, y tenemos una disciplina que estudia formalmente a los procedimientos: la informática. Esta es una herramienta que no existía cuando empezó la discusión entre sistemas económicos, pero ahora sí existe. Con la informática tenemos la posibilidad de redefinir la economía política. Contar con la informática para hablar de sistemas económicos es como tener la bioingeniería en el mundo gris que imaginamos más arriba.

Esta es la primera de una serie de notas sobre los sistemas económicos en la cual, de a poco, vamos a ir desenredando el ovillo.

Buen sábado!

La nota que acabás de escribir fue escrita por Santiago Cisternas y Juan Zaragoza.

La semana que viene vamos a enviarte la segunda parte, que reconstruye distintos caminos racionales de cómo una persona podría creer que las libertades económicas o el socialismo son indeseables, y por qué algunos de esos caminos pierden sentido cuando aparece la informática.

Más abajo podés ver algunas notas al pie sobre el ensayo anterior.

Hasta el sábado que viene y gracias por acompañarnos,
Filosofía del futuro

1  En realidad, la definición de sistema, como te podrás imaginar, es más compleja. Se puede pensar a un sistema como una totalidad conformada por elementos interrelacionados, los cuales pueden ser, a su vez, sistemas más pequeños o subsistemas. Cada sistema y subsistema, tiene propiedades que lo caracterizan, y adquieren relevancia en el nivel de organización correspondiente. Se dice que estas propiedades son “emergentes” porque, justamente, emergen y se hacen visibles dependiendo del grado de abstracción del observador. Para ampliar sobre estas ideas, recomiendo dos lecturas: El libro “La teoría general de los sistemas” de Ludwig von Bertalanffy, o más corto, “Unidades complejas organizadas: un modelo relacional”. Este último texto es el capítulo IX del libro “Relaciones: de la ecología de las ideas a la idea de ecología” de Hector Lahitte, Julio Hurrell y Alejandro Malpartida.

2  Notemos cómo, al describir brevemente al mercado como un sistema, también hablamos de un sistema monetario, de sistema de precios, etc. Esto es porque los sistemas tienen una cualidad muy importante: los niveles de organización. Dentro de un sistema, podemos encontrar subsistemas más pequeños si nos vamos a un nivel de organización más pequeño. A su vez, el sistema en cuestión puede formar parte de un sistema mayor junto a otros sistemas. Pensémoslo con un ejemplo simple: el cuerpo humano está formado por un sistema de órganos. A su vez, cada órgano es un sistema en sí mismo, formado por células especializadas que, sorpresa, también son sistemas. Esos “subsistemas”, pueden pensarse, a su vez, como propiedades, lo cual a veces nos muestra que la distinción entre sistemas y propiedades, o sistemas y subsistemas, no es tan taxativa. Distinguir una propiedad y un sistema depende del nivel de abstracción. Algunas propiedades pueden entenderse como subsistemas de un sistema mayor. En este caso hablamos de propiedades complejas.