- Filosofía del Futuro
- Posts
- Ponernos de acuerdo en política
Ponernos de acuerdo en política
Qué es un "buen" sistema económico
Ponernos de acuerdo en política
Qué difícil es ponerse de acuerdo cuando de política y economía se trata, ¿No? Todos creemos tener la respuesta correcta pero nunca nos ponemos de acuerdo.
Esto sucede en general cuando los desacuerdos se apoyan en distintas valoraciones subjetivas. Por ejemplo, es imposible convencer a alguien de que un gusto de helado es rico o feo, y no tiene sentido afirmar que el helado de menta granizada es objetivamente feo. Discutir sobre gustos de helado, o gustos musicales o literarios está condenado a ser infructuoso porque los desacuerdos se apoyan en valoraciones individuales que no son ciertas o falsas, simplemente son.
En política y economía hay muchos desacuerdos de este tipo. Por ejemplo, cuando alguien dice que es bueno que baje la pobreza, o que es bueno que las personas sean libres en el manejo de sus activos económicos, está haciendo una valoración subjetiva que no se puede corroborar o falsar con un experimento. Se trata de un desacuerdo en los sistemas de valores, imposibles de dirimir científicamente.
Sin embargo, no todos los desacuerdos en economía son así. Por ejemplo, si alguien dice que liberar los precios reducirá o aumentará la pobreza, o que las políticas proteccionistas aumentarán el empleo o reducirán el PBI, está haciendo un enunciado empírico. Estos enunciados son difíciles de corroborar porque la economía es un sistema complejo en que “el diablo está en los detalles”, pero en principio podríamos soñar con definir precisamente cada desacuerdo, plantear experimentos y quedarnos con las teorías que mejor describen la realidad. Que esto sea factible en la práctica es otra cuestión, que más tiene que ver con la psicología de los seres humanos que con la lógica del problema.
Pero hay otra diferencia entre la política y los gustos de helado que aparece cuando pensás la economía política como si fuera un problema informático, y es que si pensáramos la política racionalmente, tendríamos muchos más puntos de acuerdo que los que uno podría pensar, incluso en relación a los aspectos “subjetivos” del problema.
Después de distinguir los sistemas económicos de sus propiedades, cada persona podría definir precisamente las propiedades que le interesa medir1 . Por ejemplo, alguien podría definir empíricamente, en términos medibles, qué entiende por “libertad” y “sometimiento”, qué entiende por “desigualdad” o qué entiende por “nivel de pobreza”. Existen tantas propiedades como podamos imaginarnos. Alguien podría, si quisiera, definir el color de un sistema económico como el promedio del color de los logos de las 100 empresas más exitosas. También podría haber dos personas que definan el nivel de pobreza de distintas maneras (por ejemplo, que alguien la defina como un nivel de ingreso en dólares y otra persona la defina como una capacidad de compra en el mercado local). En ese caso no hay que confundirse: están usando la misma palabra, pero están hablando de dos cosas distintas. Si estas propiedades se definen empíricamente, su presencia en cada sistema económico, sus relaciones y su funcionamiento podrían estudiarse y determinarse científicamente2 .
Siempre va a quedar una propiedad de los sistemas económicos imposible de cuantificar o determinar empíricamente: qué tan “buenos” o “malos” son 3 . Decir que un sistema económico es bueno o malo se parece a decir que un helado es rico o feo, en el sentido de que es una valoración subjetiva, pero si hilamos fino podemos decir mucho más. ¿Cómo sé con certeza que un sistema es “bueno” o “malo”? ¿Bueno para quién? ¿Malo para quién?
Como dijimos en la nota anterior, las personas pueden valorar de distintas maneras a los sistemas económicos (y en base a ello, optar por uno u otro) según cómo valoren cada una de las propiedades posibles. Esto funcionaría como definir qué tan bueno es un sistema indirectamente, a través de una definición previa de qué tan buena e importante consideramos a cada propiedad. Esto puede representar algunos problemas problemas. Por ejemplo, ¿Cómo hacemos para diseñar un buen sistema cuando dos propiedades contrapuestas son igualmente valoradas como buenas? Si una persona valora más la libertad individual que la igualdad en términos económicos, muy probablemente prefiera vivir en una economía de mercado que en un sistema como el soviético. Pero, ¿Qué pasa si se valoran por igual ambas propiedades?
Una forma de resolver esto de manera racional es elegir y priorizar cuáles son todas las propiedades deseables de un sistema (tarea fácil, ¿No?). Para esto, una vez definidas las propiedades habría que establecer un orden de prioridad. Después medimos las propiedades que definimos para los sistemas ya conocidos: establecemos las propiedades que les corresponden y el valor que cada una de las propiedades definidas adquiere: “dadas las definiciones anteriores, considero que la economía de mercado presenta X valor en la propiedad ‘libertad’, X valor en la propiedad ‘justicia’, etc.”. Por último, podemos definir qué tan bueno es un sistema según los valores que asignamos previamente a cada propiedad. es decir, qué nivel de prioridad se le asignó a cada propiedad. De esta manera, podemos tener una noción de qué valor adquiere el sistema en su conjunto. Es decir, qué tan bueno o malo es un sistema.
El valor de un sistema, entonces, lo podemos graficar según el valor que adquieren las propiedades que lo caracterizan4 . Si el sistema 1 es más justo que libre y el sistema 2 es más libre que justo, vamos a poder visualizarlo de la siguiente manera:
Si definimos muchas propiedades como buenas o deseables, ¿Cómo hacemos para priorizar? No podemos abarcarlo todo. Bueno, en economía existe algo que se llama curvas de indiferencia. La explicación del concepto se puede volver engorrosa, así que vamos simple y por partes.
Imaginemos un tercer sistema, que es igualmente justo y libre. En nuestro gráfico, lo podríamos visualizar como el sistema 3:
Entonces, tenemos 3 sistemas: uno con muchas libertades individuales pero poco justo, altamente desigual (sistema 1); otro muy justo, pero con muy pocas libertades individuales (sistema 2); y otro igualmente justo y libre (sistema 3). Si trazamos una línea que una los tres puntos, vamos a tener nuestra curva de indiferencia. ¿Cómo la interpretamos? Bueno, básicamente, todo punto que caiga encima de la curva, nos parecerá igualmente bueno. En este caso, si valoro la libertad y la justicia por igual, uno podría decir: “El sistema 1 es muy poco justo, pero al menos tiene muchas libertades” o “El sistema 2 es increíblemente justo, eso es muy bueno, pero le falta libertad individual” o “El sistema 3 es moderadamente justo, y moderadamente libre, podría ser mejor, pero también podría ser peor”. Es decir, el aumento en la presencia de una propiedad, pongamosle, “libertad individual”, no va a generar ni mayor ni menor conformidad si decrece, en igual cantidad, la presencia de otra propiedad igualmente deseada, como la justicia.
Ahora, ¿Qué pasa si valoro más la libertad individual que la justicia? La curva tenderá a ser más “horizontal”, y si valoro más la justicia que la libertad, la curva tenderá a ser más “vertical”5 . Entonces, resumiendo, las curvas de indiferencia significan que todos los puntos que se encuentran sobre ella nos parecen igualmente buenos, así que, por extensión, todos los puntos que se encuentren por encima nos parecen estrictamente mejores que los de la curva y todos los puntos que se encuentren por debajo, nos parecen estrictamente peores.
Los sistemas económicos implementables: la realpolitik
Al comienzo, dijimos que existen tantas propiedades como podamos imaginarnos. También podemos decir que existen, al menos en la teoría, tantos sistemas económicos como podamos concebir. Sin embargo, no todos ellos existen en la realidad. Es decir, no todos los sistemas económicos concebibles son sistemas económicos implementables. Esto tiene que ver, principalmente, con el contexto en el cual se implementan los sistemas. Variables como el sistema moral y cultural, los recursos y la tecnología existentes en una sociedad, son cruciales para determinar qué tan implementable es un sistema. La sociedad aprueba o aborrece ciertas prácticas a través de sus sistemas morales, los recursos se terminan, y la tecnología es limitada, y todos estos factores van a establecer las limitaciones y los alcances del sistema económico que estemos diseñando.
Esto puede parecer una limitante, pero también lo podemos pensar como un orientador. Ejes a través de los cuales podemos orientar nuestro análisis. Este tipo de análisis es lo que se conoce como realpolitik: estudiar los sistemas económicos basándose en los factores circunstanciales; y evaluar la implementabilidad de los sistemas político-económicos según el momento y el lugar. Esto es un poco de lo que venimos haciendo, y vamos a seguir haciendo en esta serie de notas sobre los sistemas económicos. Estate atento a la próxima!
Buen sábado!
La nota que acabás de escribir fue escrita por Santiago Cisternas y Juan Zaragoza.
Queremos contarte que esta semana subimos en Youtube la charla de Cuatro fuentes del networkismo. Es la primera charla de lo que fue el taller de economía para redes. Durante las próximas semanas, vamos a grabar y subir las presentaciones del taller de economía y luego las del taller de psicología para redes.
Más abajo podés ver algunas notas al pie sobre el ensayo anterior.
Hasta el sábado que viene y gracias por acompañarnos,
Filosofía del futuro
1 Si no leíste aún la nota anterior sobre los sistemas económicos, te recomendamos que lo hagas. Ahí ampliamos un poco más sobre la idea de sistema y sus propiedades, y cómo pensar a la economía de esta manera puede ayudarnos a aclarar un poco algunas discusiones que creemos que hoy están obsoletas. Además, la nota anterior y esta nota mantienen una coherencia argumentativa, por lo que sugerimos fuertemente empezar por el principio (como todo en la vida, ¿No?).
2 Que algo pueda resolverse científicamente no significa que esté exento de todas las peripecias de la psicología humana, incluidas la importancia del pensamiento intuitivo, las jerarquías de poder y la reputación. Hay mucho para decir sobre el desarrollo de la academia desde la perspectiva de la red, es un proyecto que todavía tenemos pendiente y que si te interesa podemos conversar.
3 Puede parecer que “bueno” y “malo” son conceptos tan subjetivos que no sirven para realizar un análisis sobre la economía política. Sin embargo, uno podría argumentar que dadas ciertas condiciones contextuales, el conjunto de propiedades deseables de un sistema puede variar. Es decir, dado un contexto, es más deseable o prioritario cierto valor en cierta propiedad. En otras palabras, es objetivamente mejor (bueno) o peor (malo) para el sistema y para la sociedad, en cierto contexto, que ciertas propiedades adquieran determinados valores. Pongamos un ejemplo: Imaginemos que tenemos una sociedad que produce madera y la intercambia con otros grupos, recibiendo a cambio dinero y otros recursos para financiar su propia producción, organización política y demás cuestiones. Esta sociedad optó por esta forma de producir y obtener recursos porque está ubicada al lado de una de las selvas más importantes del continente. Además de esto, tiene otra forma de generar ingresos, también muy importante: el turismo. Esta selva es explotada para que miles de turistas visiten, año a año, las bellezas paradisíacas que tiene para ofrecer. En un sistema como este, si nos volvemos altamente extractivistas, muy probablemente todo colapse: nos quedamos sin madera para exportar, sin selva para el turismo. En este caso, la propiedad “extractivismo” es poco deseable, por lo que debe adquirir valores bajos para considerar al sistema económico como un “buen” sistema.
4 Llamamos espacio de propiedades al plano cuyos ejes de coordenadas representan a las propiedades deseables de los sistemas económicos. Sin embargo, como comúnmente no tratamos con 2 propiedades, sino con muchas al mismo tiempo, no nos vamos a encontrar con dos dimensiones o coordenadas, sino con varias. Es decir, vamos a estar hablando de un hiperplano. Por ejemplo, al considerar tres propiedades, el espacio de propiedades tendría tres dimensiones. La dimensionalidad del espacio de propiedades está dada por la cantidad de propiedades que se considere. En este espacio, cada punto representa una respuesta a dos preguntas: ¿Qué tan libre es el sistema? ¿Qué tan justo es el sistema? (para todas las propiedades deseables).
5 Dos aclaraciones: la primera es que las curvas de indiferencia siempre tienen pendiente negativa. Esto es porque la disminución en la preferencia por una propiedad, se compensa con el incremento en la preferencia de otra para mantener el mismo nivel de conformidad. La segunda aclaración tiene que ver con que, en general, se suele valorar más una propiedad cuanto menos presente está. Cuando algo se encuentra en abundancia, es altamente probable que estemos dispuestos a resignar parte de ese algo, para obtener muy poca cantidad de otra cosa de la cual no disponemos. Esto hace que, normalmente, las curvas de indiferencias sean convexas hacia el origen. Resigno una cantidad relativamente amplia de libertades individuales por un poco de justicia social, o resigno una gran cantidad de justicia social por un puñado pequeño de libertades individuales. Esto es lo que se conoce como relación marginal de sustitución.