Refutar a Marx es bueno para el socialismo

Refutar a Marx es bueno para el socialismo

Refutar a Marx es bueno para el socialismo

El marxismo y el socialismo son dos cosas diferentes.

El socialismo es una causa política que busca distribuir el poder entre la sociedad (especialmente el poder económico). Esto se puede hacer e interpretar de muchas formas diferentes, pero en principio es una propuesta razonable.

El marxismo, o mejor dicho el materialismo dialéctico, es una teoría sobre cómo funcionan la economía y la cultura en nuestra sociedad, formulada con fines diagnósticos: serviría para identificar cómo funcionan los problemas del sistema, y por lo tanto, para entender cómo resolverlos. En otras palabras, es una teoría de cómo funciona la sociedad desarrollada para contribuir al socialismo.

Podemos entender su diferencia con una analogía. 

El socialismo es una propuesta. Decir “distribuyamos el poder entre la sociedad” funciona como decir “construyamos un puente”. Como causa, el socialismo existía desde mucho antes de Marx.

La principal contribución del marxismo, podemos argumentar, fue notar que no basta con querer construir un puente para poder hacerlo, sino que para lograrlo y que este nos e caiga hace falta saber de física y de ingeniería, o correr el significativo riesgo de que el puente se transforme pronto en escombros. 

Desde la tradición marxista, esta observación se caracterizó como el paso del socialismo utópico al socialismo científico, que no es más que el socialismo junto a la teoría del materialismo dialéctico:  la ingeniería que permite construir el puente.

Como sistema, sin embargo, la sociedad es sumamente compleja, y no cualquier ingeniería alcanza. Cuando Marx escribió, no existía la serie de herramientas que hoy tenemos para comprenderla. No existía la teoría de grafos computacional, que permite modelar interconexiones complejas entre las personas, ni la teoría de juegos moderna, que permite comprender con rigor los sistemas de incentivos. No existía la cibernética ni los estudios de la complejidad, que permiten predecir de qué modos pueden evolucionar sistemas diferentes.

De acuerdo a la analogía, Marx observó que era necesario desarrollar la ingeniería, pero las herramientas formales fundamentales para modelar la complejidad de nuestra sociedad aún no estaban disponibles, por lo que su desarrollo quedó limitado a ser la mejor teoría que pudo proponer con los recursos que encontró.

Si uno intentara construir un puente usando la física de hace dos mil años, que carecía de matemática, para hacer el puente de San Francisco, lo más probable es que el puente se caiga. Algo así le pasó a esta primera versión de la teoría marxista. 

De esto se desprenden dos moralejas. En primer lugar, decir que el socialismo, cuando se intentó desde la teoría marxista, es malo porque llevó al autoritarismo, es como decir que hacer un puente es malo porque cuando se hizo desde la física aristotélica se terminó cayendo. Es posible que el puente sea lindo y deseable, y que simplemente haga falta mejorar la física y la ingeniería para lograr una mejor construcción.

La segunda moraleja, también importante, es que no basta con decir “queremos un puente que esta vez no se caiga”, como algunas corrientes del marxismo, que quieren socialismo sin autoritarismo, parecen sugerir. Para construir un puente que no se caiga, hace falta mejorar la teoría física y los fundamentos de su ingeniería, y no solo concentrarse en cómo se ponen los ladrillos.

Una teoría científica es corroborable. Hace predicciones, y ve si se cumplen o no. Y si no se cumplen, en principio, la teoría debería poder ser corregible. Muchas predicciones fuertes hechas por el marxismo no se cumplieron (como que la revolución se haría en Alemania, o que la clase obrera internacional eventualmente adoptaría la causa socialista).

Las revoluciones socialistas vistas en la historia se hicieron desde el marxismo, y tuvieron los problemas que ya conocemos. Esos problemas son problemas del marxismo, no problemas del socialismo. No es que el mero hecho de querer distribuir el poder implique que surja un Stalin, de la misma manera que querer construir un puente no implica que este deba ser de piedra, o estar suspendido por cables, o de un color en particular.

Haciendo uso de las nuevas herramientas de modelado, ya existe una nueva teoría, que explica: 

  1. Por qué es posible la explotación y la concentración de poder (algo que el Marxismo no termina de explicar).

  2. Por qué el marxismo (o materialismo dialéctico) como teoría lleva a que el socialismo que se implementa haciendo uso de la misma suela ser autoritario.

  3. Por qué puede existir la explotación en plataformas digitales o en empresas sin activos fijos o “medios de producción” como los entendía Marx (que la teoría marxista no explica).

  4. Por qué la revolución socialista se hizo en Rusia y no en Alemania, y por qué la clase obrera internacional no es marxista.

  5. Cómo llevar a cabo la revolución de modo que preserve las libertades personales, al mismo tiempo que logre el socialismo.

Es una teoría más simple y explicativa. Además, permite comprender fenómenos históricos como el imperialismo, el surgimiento del estado y el fin de la esclavitud de un modo nuevo. Asimismo, muestra que el hecho de que los sindicatos puedan burocratizarse, que ciertos países puedan imponer sanciones internacionales a otros, o que Facebook pueda vender nuestros datos siguen exactamente la misma lógica, una forma general de la explotación (que la llamada “explotación capitalista” sigue también).

La nueva teoría se basa en observaciones empíricamente corroboradas durante las últimas décadas y admitidas por la comunidad económica internacional. 

Muy pronto te vamos a acercar más noticias.