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Qué es el networkismo
El resumen que faltaba
Hace tiempo faltaba un resumen del networkismo. Voy a intentar suplir esa falta con este texto.
El networkismo es la filosofía que puede entreverse en las observaciones más disruptivas de la ciencia de las últimas décadas. Hemos visto avances en las ciencias de la conducta y los sistemas complejos que, al “armar el rompecabezas”, producen un nuevo paradigma filosófico. Naturalmente, el nuevo paradigma es más adecuado para entender y transformar la realidad que los anteriores.
La tesis central del networkismo es que la humanidad es una red viva y debemos entenderla como tal. Esto quiere decir dos cosas. Por un lado, que hay leyes precisas que regulan el tejido social y somos capaces de entender por primera vez. Por otro lado, implica que cualquier proyecto político o social que no considere esas leyes es automáticamente más débil de lo que podría ser.
Más allá de la idea general, hay algunas observaciones particulares que pueden ser mencionadas en una exposición inicial.
El discurso no es poder
Lo primero que muestra el paradigma actual es que la posmodernidad sobrestimó el peso del discurso.
Por un lado, porque la enorme mayoría de nuestras decisiones son intuitivas: no responden a creencias previas, argumentos lógicos, o deliberaciones mediadas por el discurso1 .
Por otro lado, porque casi todo el discurso obedece a racionalizaciones. Esto significa que después de tomar las decisiones mediante reglas intuitivas, nos inventamos explicaciones de por qué lo hicimos2 .
En otras palabras, el discurso casi nunca nos mueve pero siempre parece haberlo hecho. La filosofía práctica que se enfocó en la deconstrucción de conceptos, la batalla cultural o la relación entre el discurso y el poder cayó en esa trampa, y terminó centrándose en la consecuencia y no en la causa de los fenómenos sociales. La escena política actual hace evidente que sus esfuerzos no llegaron a buen puerto, pero eso no debería sorprendernos.
Para ilustrar la nueva concepción, podríamos decir que el discurso no rema; surfea. Siempre sigue dinámicas subyacentes, más poderosas, que son las que realmente rigen a la humanidad.
La observación no es en absoluto desesperanzadora. Como la intuición sigue reglas, podemos entenderla, y entender lo importante nos permite enfocar nuestros esfuerzos adecuadamente. Si queremos transformar la sociedad, debemos entender cómo funciona realmente, para aprender qué sirve y qué no, y especialmente para diseñar transformaciones creativas y plausibles. Esto es posible por primera vez en la historia.
Los cuatro tejidos
Nuestra intuición gobierna casi toda nuestra conducta. Al mismo tiempo, una parte importante de nuestra intuición funciona en red, lo que quiere decir que responde directamente a nuestro entorno comunitario. Ese es su aspecto más relevante políticamente porque regula cuándo y cómo hacemos cosas juntos. Dicho de otra manera, los fenómenos comunitarios y sociales siempre están ligados a dinámicas de la intuición funcionando en red.
El problema central que nuestras intuiciones tuvieron que resolver para que podamos vivir en comunidad es el de la cooperación. Consiste en que si conviene perjudicar al resto en beneficio propio, cualquier comunidad colapsa.
Los mecanismos que resuelven el problema de la cooperación3 son las reglas que regulan el tejido social y nuestra vida comunitaria. En otras palabras, determinan desde cómo nos conectamos para producir y socializar hasta cómo nos sentimos.
Hay cuatro mecanismos que promueven la colaboración humana en formas diferentes, y cada uno tiene vicios y virtudes. Casi todos los problemas políticos y emocionales que interesan a nuestra generación dependen de la hipertrofia, desgarro o maladaptación de alguno de los cuatro tejidos de la cooperación. Estos son la reciprocidad, el reconocimiento, las jerarquías y el mercado.
Para que los tejidos funcionen, además de promover la cooperación, deben sostenerse de forma resiliente4 . Esto quiere decir que una vez que suficientes personas participan de un tejido de cooperación, a ninguna minoría le conviene dejar de participar. La resiliencia permite que los tejidos se preserven en el tiempo y funcionen de manera autónoma, sin necesidad de mecanismos externos que los sostengan.
La reciprocidad es el tejido más antiguo y sencillo. Existe en diversos mamíferos, y evolucionó de manera independiente en especies de todo tipo. Consiste en iniciar la relación con otro individuo cooperando, y luego imitar la acción anterior del otro participante: si cooperó, seguir cooperando, y si traicionó, responder traicionando. La reciprocidad promueve la cooperación porque traicionarla implica ser penalizado. Asimismo, es un mecanismo resiliente porque dejar de implementar la reciprocidad lleva a poder cooperar con menos individuos.
Implementamos la reciprocidad intuitivamente, mediante las emociones de la gratitud, el enfado y la culpa5 .
Como la reciprocidad sólo promueve la cooperación 1 a 1, no impide que una persona perjudique a la comunidad entera ni promueve que una persona beneficie a la comunidad entera6 .
El reconocimiento es el segundo tejido más antiguo. Existe en otros primates como los chimpancés, los bonobos y los orangutanes. Consiste en que toda la comunidad recompense a quienes beneficiaron al grupo y penalice a quienes lo perjudicaron. Para que el sistema sea resiliente, implementar las normas debe formar parte de las normas. Así, deja de ser conveniente esperar que otros recompensen o penalicen cuando sea debido (para así ahorrar esfuerzos uno mismo), porque faltar a penalizar o recompensar implica ser penalizado por otros.
Implementamos el reconocimiento intuitivamente, mediante la admiración, el desprecio, la envidia y la lástima7 . Además, contamos con emociones adaptadas a navegar dinámicas de reconocimiento que regulan nuestra conducta intuitivamente. Estas incluyen al estrés, la depresión, el entusiasmo, la felicidad, la frustración, el aburrimiento y la motivación.
La reciprocidad y el reconocimiento colapsan en grupos grandes e hiperconectados. Por eso, la cooperación en gran escala depende de otros dos mecanismos.
Las jerarquías también existen en primates en forma muy rudimentaria, pero las jerarquías humanas son las más grandes, autónomas y pronunciadas del reino animal. El tejido jerárquico consiste en que toda la comunidad obedezca a una autoridad central. El tejido es resiliente porque si alguien desobedece a la autoridad, ésta podrá ordenar al resto que penalice al desobediente.
A medida que el avance tecnológico permite optimizar la colaboración humana en escalas mayores, las jerarquías tienden a crecer y el poder a concentrarse. Las reglas de la disputa entre líderes por seguidores a medida que se desarrolla la tecnología explican los aspectos más relevantes de la historia de los sistemas económicos.
Asimismo, el avance de las jerarquías por sobre los tejidos horizontales corroe las comunidades. Además, nuestras emociones nos generan malestar cuando perciben que no están promoviendo la colaboración resiliente. La transición a tejidos no implementados por nuestras emociones generó las epidemias de ansiedad, depresión y estrés8 .
El mercado es el tejido más reciente en nuestra historia evolutiva. Consiste en tokenizar la gratitud de la reciprocidad para que los favores puedan ofrecerse transitivamente. Así, uno puede hacer un favor a una persona, recibir un símbolo de haberlo hecho, y pedir un favor a otra otorgando el mismo símbolo como contraprestación. El sistema es resiliente porque cualquiera que deje de participar del mismo tendrá menos oportunidades de colaboración9 .
Como es una extensión de la reciprocidad, el mercado tampoco disuade perjudicar al resto en beneficio propio ni promueve beneficiar a la sociedad entera.
Es notable que el mercado no genera desigualdad naturalmente. Sin embargo, las imperfecciones del mercado permiten que surjan las empresas10 , estructuras jerárquicas que naturalmente acrecientan la desigualdad.
Los balances del tejido social se rompieron con la hipertrofia de las jerarquías y la hiperconectividad social, fenómenos habilitados por el avance tecnológico. Los desequilibrios resultantes desembocaron en la mayoría de las crisis económicas, políticas, emocionales e incluso ambientales que sufrimos en la actualidad11 .
Reconocer los vicios y virtudes de los cuatro tejidos de cooperación permite diseñar nuevos tejidos o recomponer condiciones para que los tejidos preexistentes vuelvan a funcionar de manera equilibrada y no dañina. Esa es la principal línea de trabajo práctico del networkismo, y es indispensable para salvar al mundo de las crisis que se aceleran.
El paradigma de la red
De lo anterior se desprende una multitud de observaciones y ámbitos de exploración que cambian radicalmente nuestro acercamiento a la red humana.
En primer lugar, como la reciprocidad y el reconocimiento están cableados en nuestras emociones, entender la red permite entender las epidemias de malestar emocional. La psicología networkista ofrece un marco preciso para entender estas epidemias como respuestas naturales a la sociedad actual12
En segundo lugar, una vez que las jerarquías crecieron lo suficiente, pasaron a regir la mayoría de las dinámicas del poder político y económico. La economía networkista muestra cómo las reglas que rigen las jerarquías explican las revoluciones económicas, las fluctuaciones entre autoritarismo y libertad, la tendencia del poder a concentrarse, y las tendencias actuales y futuras del sistema económico. Además, ofrece futuros alternativos más igualitarios, mediante estrategias que son plausibles porque se centran en la red.
Vale la pena mencionar aquí que el punto ciego del marxismo fue no ver que las jerarquías funcionan en forma autónoma y resiliente. Eso llevó a creer que abolir la propiedad privada distribuiría el poder. Después de que las revoluciones marxistas sostuvieron jerarquías autoritarias, corrientes posteriores del marxismo buscaron combatirlas. Desafortunadamente, lo hicieron desde estrategias basadas en el discurso, por desconocimiento de los mecanismos subyacentes que sostienen a las jerarquías. Como era de esperarse, los enfoques fueron infructuosos.
En tercer lugar, comprender las leyes intuitivas que regulan la conducta de la red humana cambia el trabajo de la ética. Si el discurso gobernaba la conducta, distinguir lo bueno de lo malo era suficiente. Como lo que impacta más es el diseño de redes y entornos que promuevan conductas deseables, hay debates éticos específicos que se tornan prioritarios, y otros que son prácticamente inconducentes13 . Nuestros patrones de conducta plantean fronteras naturales entre las acciones que nuestras caracterizaciones éticas deben considerar, para no perder eficacia.
En cuarto lugar, ver de frente las reglas ocultas que rigen nuestra conducta es asombroso. Las intuiciones y tejidos de cooperación forman sistemas perfectamente calibrados que por primera vez podemos ver. Ver las fuerzas que nos mueven golpea al ego, y al mismo tiempo genera una sensación de pertenencia a algo mayor. La propia naturaleza rescata sensaciones que habían estado relegadas al pensamiento mágico o sobrenatural.
Por último, el nuevo paradigma enseña a tratar con sistemas vivos, que tienen la característica de ser conducibles pero ingobernables.
Conducir lo ingobernable
El nuevo paradigma permite ver reglas de funcionamiento de la sociedad que no veíamos. Por otro lado, muestra un abanico de problemas que los tejidos de cooperación evolucionaron para resolver, y encontraron soluciones que nuestro pensamiento racional no había alcanzado.
Observar que la humanidad es una red viva lleva a pensar el cambio social en forma más cercana a la jardinería que a la ingeniería. Encontrar un sistema económico y político más justo no se parece a inventar una máquina nueva. En cambio, se parece a regar y guiar formas de colaboración que ya estén vivas, ofreciéndoles las condiciones necesarias para que alcancen grandes escalas sin deteriorarse ni generar efectos adversos.
La revolución es un problema de escalabilidad, y la filosofía es transformadora siempre y cuando alimente el diseño.
Cómo profundizar
Después de este resumen, hay otras lecturas que permiten entender mejor de qué se trata el networkismo.
De manera introductoria, el ensayo titulado “La reforestación social” ofrece un resumen más extenso de cómo funcionan los 4 tejidos, y describe cómo las distorsiones de nuestras redes son la causa principal de nuestras crisis. Los Treinta principios networkistas exponen 30 ideas sueltas pero importantes en el paradigma. Un artículo breve llamado “El cambio vital” trata sobre los desafíos y oportunidades de conducir un sistema ingobernable como la red humana. Por último, la presentación titulada “Las cuatro fuentes del networkismo” muestra los orígenes epistemológicos del nuevo paradigma. Además del material mencionado, el blog de Filosofía del Futuro contiene una serie de artículos que exponen, fundamentan, o acompañan al paradigma networkista.
Para profundizar en los distintos aspectos teóricos, la colección “Cuadernos networkistas” expone las expresiones de la cosmovisión networkista en diversos campos y disciplinas. Algunos libros de la colección permanecen inéditos, pero los títulos son los siguientes:
Patrones: economía para redes
Nodos: psicología para redes
Homo Cratis: ética para redes
Matrix: el paradigma de la red
Sightware: epistemología para redes
Si te interesa ver el estado de alguno de los cuadernos inéditos, participar del desarrollo o la divulgación del nuevo marco teórico, o cambiar al mundo de manera inteligente y eficaz, no dudes en ponerte en contacto. Comparado con lo que tenemos por delante, todavía no hicimos nada.
Por último, hay una lista de textos y autores que dispusieron las piezas empíricas y teóricas para construir el networkismo. La lista a continuación no es concluyente, pero sí indispensable para construir las intuiciones centrales:
Robert Axelrod, The Evolution of Cooperation
Robert Axelrod, The Complexity of Cooperation
Daniel Kahneman, Thinking, Fast and Slow
Thomas Schelling, Micromotives and Macrobehavior
Otros libros relevantes para el enfoque son:
Robert Sapolsky, Behave
Nicholas Christakis & James Fowler, Connected
Johann Hari, Lost Connections
David Easley & Jon Kleinberg, Networks, Crowds and Markets
Alex Pentland, Social Physics
Nassim Taleb, Antifragile
Los libros recomendados no son necesariamente los más prioritarios. Todavía tenemos pendiente compartir una recomendación bibliográfica mejor destilada y bien justificada.
1 Me refiero especialmente a los trabajos de Daniel Kahneman sobre heurísticas cognitivas.
2 Idem Kahneman y estudios posteriores sobre racionalización. La observación puede asociarse al funcionamiento de la disonancia cognitiva (ante la disonancia entre discurso y acción tendemos a adaptar el discurso a la acción y no al revés).
3 Esto se basa esencialmente en los trabajos de Robert Axelrod respecto de la cooperación y algunas conclusiones derivadas, especialmente de la ecología de la conducta.
4 En el vocabulario de la teoría de juegos, esto se refiere a las estrategias estables y robustas.
5 La culpa no forma parte de la reciprocidad tal cual la hemos expuesto, pero previene un caso borde que podría generar ciclos de traiciones entre dos individuos.
6 En el vocabulario económico, esto se conoce como el problema de las externalidades.
7 La admiración y el desprecio implementan propiamente el tejido del reconocimiento, mientras que la envidia y la lástima son emociones de calibración del sistema.
8 Tanto las jerarquías como el mercado dependen de nuestras emociones para funcionar. Afortunadamente, las emociones que evolucionamos para navegar el reconocimiento y la reciprocidad son los principales motores de nuestra conducta. Sin embargo, estas emociones suelen alinearse con los designios de las jerarquías y el mercado, lo que puede destruir los tejidos de reconocimiento y reciprocidad.
9 Algunas presentaciones del mercado lo presentan como una forma indirecta de trueque. Aunque el mercado también podría pensarse de esa manera, las transacciones previas al mercado no tenían la forma de trueques sino que obedecían a la reciprocidad, o en su defecto a jerarquías o dinámicas de reconocimiento.
10 Esto especialmente se debe a que las personas no procesamos la información del mercado de manera perfecta, por lo que nos es conveniente colaborar en forma estable con grupos de personas por fuera del mercado.
11 Hay un ensayo más extenso que muestra cómo la distorsión de los 4 tejidos causa todas las crisis más apremiantes del presente, titulado “La reforestación social” y accesible en txt.networkismo.com.
12 Autores como Mark Fisher, Byung-Chul-Han o Bifo Berardi han mencionado la necesidad de comprender las epidemias de ansiedad o depresión como fenómenos sociales. El networkismo ofrece un marco teórico preciso para diagnosticar y curar los problemas de la red.
13 Esto incluye a la mayoría de los dilemas éticos que servían para contrastar y comparar las posturas éticas predominantes.